viernes, julio 31, 2009

Nietzsche político: un texto de Jorge Luis Borges


A modo de introducción:

Sabemos que el impolítico Borges en su juventud tuvo una deriva anarquista egotista e individualista. Los biógrafos coinciden en una cosa: su padre siempre promovió en el vástago un "anarquismo literario" y que en febrero de 1917 adhirió con entusiasmo y pasión a la caída del Zar y al octubre rojo.
Borges que llegaba de Ginebra estaba "ebrio de Whitman, pertrechado de Max Stirner, secuente de Romain Rolland" (cuenta Guillermo De Torre, 1925), sin rubor declaraba mejor poeta alemán de la época al izquierdo-expresionista Johannes Becher, "quien supo rimar la gesta de la guerra y la revolución, compañero de Liebknecht, desde las barricadas de Berlín nos tiende sus poemas" (sic, la revista "Die Aktion" , cuyos poemas tradujo Borges, era totalmente anarquizante). Borges devoró de la generosa biblioteca familiar la obra de Max Stirner (según Feuerbach, "el escritor más genial y libre que he conocido"), simpatizando con la corriente anarco-sindicalista, que participó ampliamente en la revolución, aunque después su aporte fuera infravalorado. Stirner lo llevó a Schopenhauer y acto seguido a Nietzsche. Quizá el destino del libro más importante de Stirner, Der Einzige und sein Eigentum (El Único y su Propiedad), nos explique algunos comportamientos equívocos o la metamorfosis ideológica del último Borges. Marx escribió un furibundo anti-Stirner en el libro colectivo que redactó con Engels, Die deutsche Ideologie (1845) : en el capítulo "Sankt Max", Stirner, era críticado como parte de la ideologia alemana y como representante del individualismo abstracto de los jóvenes hegelianos que habían abandonado la acción política. A la abstracta antítesis entre "humano" y "único", el joven Marx le contraponía la antítesis concreta e histórica de autonomía y emancipación. No se trata de que "Yo" me desarrolle sino de liberarse de un modo determinado de desarrollo: el de la sociedad clasista. Por lo tanto sólo los individuos que se desarrollan en un plano universal, unidos orgánicamente (organización), ya no los "Únicos" stirnerianos que se "utilizan", se "devoran" o "consuman" mutuamente, pueden aspirar a emanciparse del dominio de las relaciones y la casualidad, al desarrollo de todas las facultades humanas. El problema de descender del mundo de los pensamientos al mundo real, dirá Marx, se convierte así en el problema de descender del lenguaje a la vida. Borges era un stirneriano vergonzante. Como Nietzsche, ocultó la influencia de Stirner por motivos idénticos: habría quedado desacreditado para siempre entre las personas formadas de todo el mundo si hubiera dejado notar algún tipo de simpatía por un burdo y desconsiderado Stirner, que hace alarde de un desnudo egoísmo y anarquismo, un tosco individualismo extremo, que lo hizo un leproso en la historia del pensamiento. Nada hay en su autobiografía, ni en sus hagiógrafos, nada en sus constantes autointerpretaciones de su obra y vida sobre la huella de la obra "más audaz y consecuente desde Hobbes" (Nietzsche). No es casualidad la recepción de Nietzsche en esta revista y en ese momento: el Nietzschéisme era en Francia una potencia cultural y Sur su transfert político-cultural en Argentina. Es el llamado deuxiéme moment français de la divulgación de Nietzsche. Su influencia abarcaba desde la izquierda, Jean Paul Sartre (que intentó escribir un roman nietzscheano), Henri Lefebvre (y su curioso sincretismo llamado marxo-nietzschéisme), Albert Camus, pasando por Antonin Artaud, André Breton, Georges Bataille, Michel Leiris, Gaétan Picon, Roger Callois (colaborador de Sur) hasta el extremo ideológico de la herradura: Drieu La Rochelle (otro habitual articulista en la revista), Robert Brasillach, Louis Ferdinand Céline (muchos libros editados bajo el sello editorial de Sur) y Maurice Blanchot. El escritor y publicista fascista Drieu La Rochelle, amante de la directora y dueña de Sur, Victoria Ocampo, llegó escribir un artículo titulado "Nietzsche contre Marx", luego incluído en un libro seminal del fascismo francés Socialisme fasciste de 1934. Una anécdota: cuando visitó Argentina en 933 publicó un elogioso comentario sobre la erudición del escritor argentino en la revista Megáfono, en el que declara que Borges vaut le voyage (“Borges vale el viaje”). La Rochelle apoyaría el golpe de 1934 contra la República francesa, se alegraría de la derrota de Francia a manos del IIIº Reich en 1940, colaboraría con la ocupación nazi y el regimén fascista de Petain para terminar su vida mediante el suicidio en 1945. Pues bien en Francia se estaban editando con enorme suceso editorial las obras completas de Nietzsche, oeuvres complètes editadas por Mercure de France, las primeras fuera de la propia Alemania. Y además hay un boom editorial de las obras secundarias de Nietzsche, recopilación de aforismos, selección de cartas o testimonios de quienes lo conocieron. Borges no dejó atrás su fascinación por el filósofo del martillo y por sus premisas reaccionarias y conclusiones aristocratizantes. Su primer ensayo se titula "La doctrina de los ciclos", apareció en la revista Sur de mayo de 1936. En ese artículo Borges elogia la teoría de Eterno Retorno, que apuntaba a combatir y aniquilar la idea de progreso de la Ilustración y la Modernidad. En ella ve un gesto heroico "una ética de la felicidad valerosa", aunque señala sus incongruencias, su explicación exotérica y las enormes debilidades lógicas. Borges le pregunta a Nietzsche. "¿Basta la mera sucesión, no verificada por nadie? A falta de un arcángel especial que lleve la cuenta, ¿qué significa el hecho de que atravesamos el ciclo trescientos veintidós con el exponente dos mil? Nada, para la práctica, lo cual no daña al pensador. Nada para la inteligencia, lo cual es grave." Criticando la facilidad de una lectura superficial, débil, afirma que "el optimista flojo suele imaginar que es nietzscheano..." Borges retomará su personal nietzschéisme en este artículo que presentamos, escrito para el diario conservador de Buenos Aires, La Nación, en febrero de 1940. Se trata de una (¿auto?) defensa de Nietzsche contra las naturales deducciones que lo hacían precursor del nacionalsocialismo y contra la pretensión del IIIº Reich de hacerlo su filósofo oficial. Borges esgrime una hermeneútica de la inocencia con argumentos externos y buenos deseos similares a las defensas in extremis de Bataille o Klossowski. Su crítica apunta a la edición de textos de Nietzsche realizada en Alemania por el filósofo y pedagogo Alfred Baeumler, una de las autoridades máximas sobre Nietzsche durante el IIIº Reich, autor de un libro muy importante sobre el pensamiento político de Nietzsche, Nietzsche, der Philosoph und Politiker y amigo de Martin Heidegger (que alabó su obra en su póstumo Nietzsche). Se trataba de una de las primeras publicaciones de escritos póstumos titulada Die Unschuld des Werdens. Der Nachlass, ausgewählt und geordnet von Alfred Baeumler, editada en Leipzig por la editorial Kröner en 1931. Utilizando esta colección y un método hermeneútico más que cuestionable, Borges intenta exorcizar a Nietzsche, y a su propio nietzschéisme personal. Volverá una vez más sobre Nietzsche: en octubre de 1944 escribirá un ensayo con el título "El propósito de Zarathustra", en el mismo diario. Nunca más volvera sobre el filólogo-filósofo, salvo para seleccionar un pequeño texto en el Libros de Sueños (1976) y algunas citas importantes en El idioma de los argentinos y en Historia de la Eternidad. Borges seguramente coincidía con Nietzsche en que no había hechos, sólo interpretaciones, en su metafísica del artista-genio, la idea de una identidad repetible (se repiten series jerárquicas, nunca individuos) pero jamás idéntica y quizá su confuso pathos reaccionario, pesimista y antidialéctico. (Nicolás González Varela)


Algunos pareceres de Nietzsche


Por Jorge Luis Borges

Siempre la gloria es una simplificación y a veces una perversión de la realidad; no hay hombre célebre a quien no lo calumnie un poco su gloria. Para América y para España, Arturo Schopenhauer es primordialmente el autor de El amor, las mujeres y la muerte: rapsodia fabricada con fragmentos sensacionales por un editor levantino. De Friedrich Nietzsche, discípulo rebelde de Schopenhauer, ya observó Bernard Shaw (Major Barbara, Londres, 1905) que era la víctima mundial de la frase «bestia rubia» y que todos atribuían su renombre y limitaban su obra a un evangelio para matones. A pesar de los años transcurridos, la observación de Shaw no ha perdido en validez, si bien hay que admitir que Nietzsche ha consentido y tal vez ha cortejado ese equívoco. En sus años finales aspiró a la dignidad de profeta y sabía que ese ministerio es incompatible con un estilo razonable o explícito. El más famoso (no el mejor) de sus libros es un pastiche judeo-alemán, un prophetic book más artificial y harto menos apasionado que los de Blake. Paralelamente a la composición de su intencionada obra pública, Nietzsche apuntaba en otros cuadernos los razonamientos capaces de justificar esa obra. Esos razonamientos (y toda suerte de meditaciones afines) han sido organizados y editados por Alfred Baeumler y componen dos tomos de cuatrocientas y quinientas páginas cada uno. La obra general se titula -algo torpemente- La inocencia del devenir y ha sido publicada en 1931 por Alfred Kröner. «En los libros publicados», escribe el editor, «Nietzsche habla siempre ante un adversario, siempre con reticencias; en ellos predomina el primer plano, como lo ha declarado el mismo autor. En cambio, su obra inédita (que abarca de 1870 a 1888) registra el fondo de su pensamiento, y por eso no es obra secundaria, sino obra capital».
Este fragmento -el 1072 del primer volumen- es un testimonio patético de su soledad: «¿Qué hago al borronear estas páginas? Velar por mi vejez: registrar para el tiempo, cuando el alma no puede emprender nada nuevo, la historia de sus aventuras y de sus viajes de mar. Lo mismo que me reservo la música para la edad en que esté ciego.»
«Es común identificar a Nietzsche con las intolerancias y agresiones del racismo y elevarlo (o denigrarlo) a precursor de esa pedantería sangrienta; veamos lo que Nietzsche -buen europeo, al fin- pensaba hacia 1880 de tales problemas. «En Francia -anota- el nacionalismo ha pervertido el carácter; en Alemania, el espíritu y el gusto: para soportar una gran derrota -en verdad, una definitiva- hay que ser más joven y más sano que el vencedor».
La reserva final no debe impulsamos a creer que las victorias de 1871 lo regocijaban con exceso. El fragmento 1180 del segundo volumen declara: «Para entusiasmarnos por el principio, Alemania, Alemania encima de todo, o por el imperio alemán, no somos lo bastante estúpidos»; poco antes observa: «Alemania, Alemania
encima de todo, es quizá el lema más insensato que se ha propalado jamás. ¿Por qué Alemania -pregunto yo- si no quiere, si no representa, si no significa algo de más valor que lo representado por otras potencias anteriores? En sí, es sólo un gran Estado más, una bobería más en la historia.»
El antisemitismo lo mueve a las siguientes observaciones: «Encontrar un judío es un beneficio sobre todo cuando se vive entre alemanes. Los judíos son un antídoto contra el nacionalismo, esa última enfermedad de la razón europea... En la insegura Europa son quizá la raza más fuerte: superan a todo el occidente de Europa por la duración de su proceso evolutivo. Su organización presupone un devenir más rico, un número mayor de etapas que el de los otros pueblos... Como cualquier otro organismo, una raza sólo puede crecer o perecer: el estancamiento es imposible. Una raza que no ha perecido, es una raza que ha crecido incesantemente. La duración de su existencia indica la altura de su evolución: la raza más antigua debe ser también la más alta. En la Europa contemporánea los judíos han alcanzado la forma suprema de la espiritualidad: la bufonada genial.»
«Con Offenbach, con Enrique Heine, la potencia de la cultura europea ha sido superada: las otras razas no tienen la posibilidad de ser ingeniosas de esa manera... En Europa son los judíos la raza más antigua y más pura. Por eso la belleza de la mujer judía es la más alta.»
Examinado con alguna imparcialidad, el párrafo anterior es muy vulnerable. Su propósito es refutar (o molestar) al nacionalismo alemán; su forma es una afirmación y una hipérbole del nacionalismo judío. Este nacionalismo es el más exorbitante de todos; pues la imposibilidad de invocar un país, un orden, una bandera, le impone un cesarismo intelectual que suele rebasar la verdad. El nazi niega la participación del judío en la cultura de Alemania; el judío, con injusticia igual, finge que la cultura de Alemania es cultura judía. Por lo demás, el pensamiento de Nietzsche debe haber sido más imparcial que sus afirmaciones; sospecha que se dirigía, in mente, a alemanes incrédulos e indignables.
En otro lugar escribe proféticamente: «Los alemanes creen que la fuerza debe manifestarse por el rigor y por la crueldad. Les cuesta creer que puede haber fuerza en la serenidad y en la quietud. Creen que Beethoven es más fuerte que Goethe; en eso se equivocan.»
Este fragmento -el 1168- no carece tal vez de actualidad y aun de futuridad: «Todos los verdaderos germanos emigraron; la Alemania actual es un puesto avanzado de los eslavos y prepara el camino para la rusificación de la Europa.» Inútil agregar que esa doctrina puede congregar escasos prosélitos en la Alemania de hoy. El país está regido por germanistas que preconizan la anexión de ciertos vecinos porque son de raza germánica y de ciertos otros vecinos porque son de raza inferior. Esos peligrosos etnólogos afirman un predominio germánico en Escandinavia, en Inglaterra, en los Países Bajos, en Francia, en Lombardía y en Norteamérica: hipótesis que no les prohíbe atribuir a Alemania la exclusiva representación de esa ubicua raza.
En otro lugar dice Nietzsche: «Bismarck es un eslavo. Basta mirar las caras de los alemanes: emigraron todos los que tenían sangre varonil, generosa; la lamentable población que no se movió, el pueblo de alma servil se mejoró después con alguna
adición de sangre extranjera, principalmente eslava. La mejor sangre de Alemania es la sangre aldeana: por ejemplo, Lutero, Niebuhr, Bismarck.»
Movilizar contra Alemania el párrafo que acabo de trasladar sería una ligereza y una injusticia. Una de las capacidades geniales del intelectual alemán -no sé si del francés- es la de no ser accesible a las supersticiones del patriotismo. En trance de ser injusto, prefiere serlo con su propio país. Nietzsche -no nos dejemos desviar por su nombre polaco- era muy alemán. Una de las amonestaciones que hemos leído nos exhorta a no confundir la mera violencia y la fuerza: así no hubiera hablado Zarathustra si hubiera tenido presente esa distinción.
En el fragmento 1139, Nietzsche condena con plenitud la obra de Lutero; en el fragmento 501 escribe, sin embargo: «El hombre hace que un acto sea meritorio, pero es imposible que un acto dé méritos a un hombre.» También es imposible formular con menos palabras la doctrina que opuso Martín Lutero a la doctrina de la salvación por las obras.
En aquel ruidoso y casi perfectamente olvidado volumen -Degeneración- que tan buenos servicios prestó como antología de los escritores que el autor quería denigrar, Max Nordau vio en el carácter fragmentario de las obras de Nietzsche una demostración de su incapacidad para componer. A ese motivo (que no es lícito excluir y que no es importante) podemos agregar otro: la vertiginosa riqueza mental de Nietzsche. Riqueza tanto más sorprendente si recordamos que en su casi totalidad versa sobre aquella materia en que los hombres se han mostrado más pobres y menos inventivos: la ética.
Excepto Samuel Butler, ningún autor del siglo XIX es tan contemporáneo nuestro como Friedrich Nietzsche. Muy poco ha envejecido en su obra, salvo, quizás, esa veneración humanista por la antigüedad clásica que Bernard Shaw fue el primero en vituperar. También cierta lucidez en el corazón mismo de las polémicas, cierta delicadeza de la invectiva, que nuestra época parece haber olvidado.

Fuente: Diario "La Nación", Buenos Aires, 11 de febrero de 1940.


Etiquetas: , , ,

miércoles, julio 22, 2009

Presentación de dos nuevos libros sobre Heidegger y el Nacionalsocialismo

miércoles, julio 08, 2009

Heidegger y la universidad en el IIIº Reich


La Nueva Universidad en el IIIº Reich

Un texto inédito de Heidegger





A modo de introducción:


El filósofo Karl Jaspers recordaba en sus memorias parciales Notizen la siguiente anécdota: “En mayo de 1933… le dije: ¿Cómo puede gobernar a Alemania un hombre inculto como Hitler? ‘La educación es algo totalmente indiferente’ (ist ganz gleichgültig)–, me respondió Heidegger: ‘¡Vea usted sus maravillosas manos!’”. Son bien conocidas y documentadas las relaciones íntimas, las afinidades profundas entre el filósofo Martin Heidegger y el nacionalsocialismo. Sin embargo tanto él como sus hagiógrafos y los heideggeriannes en general han tratado de negar, obturar o minimizar los rastros de este compromiso político que cuestiona el núcleo de su analítica existencial y de la dimensión ética de su filosofía. La hermenéutica de la inocencia sostiene que incluso su paso institucional por el rectorado de la universidad de Freiburg, intervenida por los nazis, entre 1933-34, fue una misión llena de buenas intenciones para evitar que el nacionalsocialismo “politizara” la bendita autonomía académica del mandarinado alemán. Heidegger, en sus dos justificaciones post festum, tanto en Das Rektorat 1933-1934. Tatsachen und Gedanken (1983) como en la planificada entrevista póstuma “Nur nor ein Gott kann uns retten” a la revista Der Spiegel (1976), declaró que sus actividades, como rector de la universidad intervenida por los nacionalsocialistas, las había aceptado basadas en su propia filosofía práctica. Escuchemos su descargo: “El motivo que me determinó a aceptar el rectorado fue enunciado en una conferencia inaugural pronunciada en la Universidad de Freiburg en 1929, ¿Qué es la metafísica?: ‘...los dominios de las ciencias están separados los unos de los otros de modo lejano. La forma en que las ciencias tratan sus objetos es cada vez más radicalmente diferente. Esta multiplicidad de disciplinas dispersas no posee ya hoy otra coherencia que la que le es otorgada por la organización técnica de las universidades y facultades, y no tiene nada en común sino en la utilización práctica que se ha hecho de sus especialidades. En compensación, el enraizamiento de las ciencias en el fundamento de su ser es algo muerto...’ Lo que he intentado hacer, durante el tiempo en que duraron mis funciones, respecto al estado en que se hallaban las universidades, hasta en las formas extremas que han tomado hoy, se halla expuesto en mi discurso de asunción al rectorado… La autoafirmación del principio de la Universidad apunta contra la pretendida ‘Ciencia política’ que, ya desde esa época, se reclamaba dentro del NSDAP por los estudiantes nacionalsocialistas. Ese nombre de ‘Ciencia política’ tenía entonces un sentido del todo diferente del que se le asigna hoy; no designaba a la politología, sino que quería significar lo siguiente: la ciencia como tal, su sentido y su valor, se mide según su ‘utilidad práctica’ para el Pueblo. La posición contraria a esta politización de la ciencia está específicamente enunciada en mi discurso del rectorado.”


Por supuesto que todo esto es una gran fábula construida ex post para justificar su total adhesión y fidelidad a Hitler y su estado. Señalaremos aquí simplemente que Heidegger “politizó” en sesgo nacionalsocialista su universidad, que instauró el Führerprinzip (Principio del Líder) por primera vez en toda Alemania. El Führerprinzip es entendido, por Heidegger, como el presente y el futuro del Dasein alemán, su propia y peculiar ley interna en su realidad efectiva, principio que le permitirá y le otorgará la posibilidad excepcional de hacer, por sí mismo, directamente, la decisión más sublime y libre de todas: si los alemanes, en cuanto comunidad racial, quieren su propio Dasein o si eso es lo que no quieren. Aquí queda claro que el Führer, autoseleccionado entre los mejores por su capacidad en administrar con la phrónesis la energía para marchar en el deber y en la vocación más completos con su comunidad, no es el Líder u ocupa simplemente el lugar del poder porque esta de acuerdo con la voluntad de sus seguidores, ni tiene meramente el comando político, nada de ello. Para Heidegger el Führerprinzip significa convicción, certeza, certidumbre e inspiración, significa que uno está poseído por la visión phronética, el Augenblik que permite centrarse en lo esencial y que incluye la verdadera retórica que ha crecido fuera de su propia experiencia individual, en y con su Volk y su generación. Si quedaban dudas del “apoliticismo” del Rektor Heidegger podemos analizar sus nombramientos académicos, todos notorias figuras militantes del NSDAP (entre paréntesis el número de afiliado al partido nazi): Nikolaus Hilling (Gau Baden, Nº 4026344), Edouard Rehn (Gau Baden, Nº 3126323), Georg Stieler (Gau Baden, Nº 2910169), Wihelm Felgenträger (Gau Baden, Nº 5438497), Hans Mortensen (Gau Baden, Nº 289669), Kurt Bauch (Gau Baden, Nº 31096282), Otto Risse (Gau Baden, Nº 3109698) y Julius Wilser, militante igualmente del Gau Baden y especialista de los conocimientos geológicos en la guerra. Se debe destacar asimismo a Erik Franz Wolf, nombrado decano de la Facultad de Derecho, (Gau Baden, Nº 4715792), amigo y persona de confianza de Heidegger, fue nombrado decano el 1 de octubre de 1933, tenía entonces 31 años y se destacaba como un teórico extremista en la filosofía del derecho del totalle Staat; habría de escribir una obra seminal para la legitimación jurídica del SS-Staat: Das Rechtsideal des Nationalsozialistischen Staates (El ideal jurídico del Estado Nacionalsocialista, 1934); después de 1945 se arrepintió, al contrario del sepulcral silencio de Heidegger, de su adhesión política al nazismo públicamente. Este es el equipo académico de Heidegger para recuperar la perdida autonomía de la universidad alemana… Pero también basta leer este discurso para darse cuenta del grado de compromiso personal y filosófico con el IIIº Reich, incluso del grado de radicalización del propio Heidegger dentro de las líneas internas del movimiento nacionalsocialista. Se trata de jornadas de formación político-racial en la ciudad de Heidelberg organizadas las Studentenschaft, que no eran meros centros de estudiantes apolíticos, sino un bastión de las fuerzas paramilitares nazis, SA, cuyo jefe en la época era el ingeniero Oskar Stäbel. Las SA entre otras acciones crearon y administraron los primeros campos de concentración y organizaron la quema pública de libros en mayo de 1933 como los pogroms antijudíos de 1938. El rol de Heidegger tenía sentido dentro de un plan nacional de renovación nacionalsocialista de las universidades a nivel nacional, que incluían cuerpo de profesores y estudiantes. La idea era crear una comunidad racial de estudiantes y profesores, que a mediano plazo generaran y formaran los futuros Führers de la Gran Alemania. Éste era el lugar estratégico de esta conferencia, que repitió en la universidad de Kiel, allí dicta la misma conferencia pero con variantes. El rector de la universidad de esta ciudad era el químico-físico Kart Lothar Wolf, militante activo del nazismo, que le enviaba a Freiburg dotaciones de estudiantes para sus cursos de adoctrinamiento que Heidegger daba en el famoso “campo científico de trabajo” en Todnauberg. Las peripecias de este laboratorio científico-político de Heidegger lo describe con detalles el historiador Hugo Ott. La conferencia en Tübingen se integraba asimismo en el marco de las actividades llevadas a cabo por organizaciones nazis, en este caso el Kampfbund, creado en 1933 por el ideólogo Alfred Rosenberg. Heidegger además tomará parte activa en la campaña por la reelaboración de los estatutos de la universidad en el Estado federado de Bade. Esa nueva constitución, promulgada el 21 de agosto de 1933, anula la elección de los decanos por representantes de profesores, dándole ese poder exclusivamente al Rektor-Führer. Éste será elegido a su vez por el nuevo Ministerio de la Educación, el Reichsministerium für Wissenschaft, Erziehung und Volksbildung, cuyo ministro era el dr. Bernhard Rust. Heidegger menciona en su texto autojustificatorio de 1945 el carácter superficial de su militancia partidista, para agregar enseguida que se trataba de “simple formalidad” (nur eine Formsache) (GA 16, 384). Como puede verse en la conferencia, Heidegger aplica sin más las categorías existenciales de su libro Sein und Zeit de 1927: el Dasein, el concepto de autenticidad, la Decisión… En otro discurso público sobre la educación nacionalsocialista en 1934 Heidegger aclara su concepto völkische de ciencia: “‘Ciencia’ (Wissenschaft) ya no es la posesión de una clase privilegiada de ciudadanos (Klasse der Bürguer), que abusa de esta posesión como medio de lucha en la explotación (Ausbeutung) del pueblo trabajador (werktätigen Volkes). Más bien, Ciencia es meramente la forma más rigurosa y más responsable de ese conocimiento en que el Pueblo Alemán en su totalidad debe buscar y demandar por su propia existencia histórica como Estado (seines eigenes geschichtlit-staatliches Dasein) necesario para afianzar y asegurar su continuidad y grandeza y preservarla en el futuro. El saber de la verdadera ciencia no difiere en nada en su esencia (Wesen) de los saberes del campesino, del leñador, del minero, del artesano. Porque saber significa: reconocerse en el mundo en el cual hemos sido arrojados, como comunidad e individuo.” La repetida pregunta de si existe una “relación interna y necesaria” entre la analítica de Sein und Zeit y sus percepciones y valoraciones políticas, carece de sentido. Creemos que hay que invertir la cuestión: explicar cómo en la ontología heideggeriana existen indicios suficientes para hablar de una filosofía política in nuce. Una filosofía práctica viva, que lo llevará, desde años anteriores a 1930, a las proximidades del polo ideológico nacionalsocialista. En suma: lo que aquí hacemos no es otra cosa que, ad pedem litterae, seguir la propia autointerpretación de Martin Heidegger, que en confesión al filósofo Karl Löwith, afirmaba que en su concepto de “Historicidad” (Geschichtelichkeit) estaba el verdadero fundamento (Grund) de su compromiso político con Adolf Hitler.


Heidegger y las SA: El anfitrión que invitó a Heidegger a estas jornadas de formación nacionalsocialistas era el Führer Gustav Adolf Scheel, médico, jefe del distrito o Gauleiter de Salzburg. Scheel (1907-1979) era un cuadro político que ingresó en 1930 en el NDSAP, pasó por las SA, en 1931 fue designado Führer de la Heildelberg Studentenschaft hasta 1933, realizando una dura Gleischschaltung (nivelación político-racial en la neojerga nazi) en la Universidad de Heildelberg contra judíos, pacifistas, homosexuales y marxistas. En sus edictos como líder estudiantil Scheel había abogado por excluir "los estudiantes de ascendencia judía" en el "disfrute de las instituciones sociales en la universidad." En mayo de 1933 dirigió la vergonzosa quema de libros con espíritu anti alemán, la Bücherverbrennung, en Heidelberg. Su carrera fue tan “exitosa” que en 1936 fue ascendido a ReichsstudentenFührer, líder de los estudiantes de todo el Reich alemán y luego a Inspekteur de la SD de Heydrich en Stuttgart, organizando la ignominiosa Kristallnacht, el pogrom contra los judíos de 1938. En 1940 ejecutó la deportación y limpieza de judíos en Karlsruhe, dentro de la llamada Wagner-Bürckel-Aktion. También hizo el mismo trabajo en la Alsacia ocupada a Francia, creando su propio campo de concentración. Desde 1941 fue promovido a Gauleiter de Salzburg; curiosamente encabezó la represión contra los círculos estudiantiles antinazis, el Weiße Rose de Sophie Scholl en 1943. En enero de 1945 fue elevado al cargo de ministro de educación como ReichsministerFührer für Wissenschaft, Kunst und Volksbildung nombrado ¡por el mismo Hitler en su testamento!. Siguió sumando cargos y títulos, incluso el de general de las Waffen-SS. Scheel nunca renegó de su pasado, no tenía nada que ocultar, ni culpa que arrastrar: después de 1945 siguió su militancia activa en grupos neonazis. Scheel era la mano derecha de otro filósofo semioficial del NS-Staat, Ernst Krieck. Krieck (1882-1947), un pedagogo nacido en Baden, ligado a la corriente jungkonservative, los “jóvenes-conservadores”, fue rector nazi de la Universidad de Frankfurt y de Heildelberg, era un antiguo FrontsSoldaten, y no pertenecía exactamente al riñón del NSDAP. Ya en 1933, junto al filósofo Alfred Baeumler (autor de un importante estudio sobre Nietzsche político), formó con Heidegger un grupo de trabajo con el fin de hegemonizar la política universitaria e influir en Hitler. Krieck, que murió en un campo de concentración norteamericano, escribió un libro muy importante dentro de la producción literaria nacional-racial: Völkische-politische Anthropologie (Antropología política racial-popular) (1936-1938); luego de ese intento se distanció de Heidegger, formando una alianza con E. Jaensch contra las ambiciones de aquel de erigirse en el filósofo “oficial” del SS-Staat. Tanto Baeumler como Krieck, figuras claves entre la Intelligenz de la primera fase del nacionalsocialismo (1933-1936), fueron intelectuales con los cuales Heidegger colaboró muy estrechamente como lo reconocen biógrafos heideggerianos como Nolte o Safranski. Scheel había desarrollado amistad y contactos desde antes del Machtgreifung (toma del poder) de 1933. En sus exculpaciones de posguerra Heidegger le achacó su caída del rectorado y la vigilancia por el SD a Scheel, una ingratitud, ya que fue el mismo Scheel el que excluyó a Heidegger de ser convocado en la milicia popular, el VolksSturm (literalmente: “Tormenta del Pueblo”) en noviembre de 1944, salvándolo de entrar en combate contra las tropas americanas. Pero esa es ya otra historia.


Curiosa es la defensa de Heidegger contra las acusaciones de que bajo su mandato los estudiantes encuadrados en las SA y en los Stalhelm (Cascos de Acero, otro grupo paramilitar de extrema derecha) perdían horas de estudio en prácticas marciales y militares. Sabemos que durante su rectorado se impartía formación paramilitar a grupos determinados de estudiantes, bajo la dirección de Georg Stieler, profesor de filosofía y de pedagogía afiliado como vimos al NSDAP, y antiguo oficial de carrera. Esas actividades fueron secretas en los primeros años y se llevaban a cabo con el acuerdo del Reichswehr, del ejército alemán. Por testigos oculares tenemos conocimiento que Heidegger se presentaba a veces a esos ejercicios con el fin de recibir un informe de los mismos de parte del profesor. Para esas actividades se emplazó un campo de deporte a 50 km. al este de Freiburg. Durante agosto y octubre de 1933; 300 estudiantes fueron así formados por miembros del ejército del Reich, por SS y SA, a un ritmo de 3 semanas de campo por grupo. La defensa heideggeriana de los deportes marciales (en el lenguaje esópico nazi Whersport) repite al pie de la letra las ideas públicas del delfín de Adolf Hitler, el enigmático Rudolf Hess sobre la educación militar en el currículum académico.


El texto: se trata de una ponencia con el que Heidegger inaugura, en su doble papel de rector nacionalsocialista y filósofo semioficial del NS-Staat, una serie de conferencias políticas organizadas por la asociación de estudiantes nazis de Heidelberg, la Heidelberger Studentenschaft, en el aula magna del nuevo edificio de la universidad el día 30 de junio de 1933, luego publicada en el diario nazi de la ciudad Heidelberger Neuste Nachrichten el 1 de julio de 1933. La conferencia de Heidegger había sido precedida, el día anterior, por la del jefe del departamento racial del NSDAP, Rassenpolitisches Amt, el Doctor Walter Gross, cuyo título era “El médico y el Pueblo”; para más datos curriculares Gross participaría en la elaboración de las vergonzosas leyes de Nüremberg. A Heidegger le siguió el día después una ponencia del jurista más importante del IIIº Reich, Carl Schmitt, cuyo título era “El nuevo Estado de Derecho”. Sabemos que Schmitt había sido invitado por el propio Heidegger a afiliarse al NSDAP en una carta fechada el 22 de abril de 1933, que aún se conserva. Como documentación adicional el tomo 16 de sus “Obras Completas” incluye dos conferencias en agosto de 1934, dadas en la universidad de Friburgo, sobre “La universidad alemana”. En ellas se expone, en forma de guión, su visión del mundo plenamente völkische, nacionalsocialista extrema. Dos de sus apartados llevan por título: “1. Las fuerzas determinantes en la preparación de la Revolución Nacionalsocialista (nationalsozialistischen Revolution)… 2. La esencia de la Revolución nacionalsocialista en cuanto transformación (Verwandlung) de la realidad alemana”. Una de sus frases iniciales dice: “Nuestro presente alemán está henchido de una gran transformación, que se apodera de la entera existencia histórica de nuestro pueblo. El comienzo de esa transformación la vemos en la revolución nacionalsocialista” (Unsere deutsche Gegenwart aber ist erfüllt von einer grossen Umwälzung, die durch das ganze geschichtliche Daseins unseres Volkes hindurchgreift. Den Beginn dieser Umwälzung sehen wir in der nationalsozialistischen Revolution”) (GA 16, 285-286). Además debería leerse complementariamente a otro texto sobre la Universidad, “Die Universität im nationalsozialistischen Staat (La Universidad en el Estado Nacional Socialista) de noviembre de 1933 (en GA 16, p. 765). En el libro de exculpación del pasado nazi de Heidegger, escrito por un incondicional, Heinrich Wiegand Petzet y titulado Auf einen Stern augehen. Begegnungen mit Martin Heidegger. 1929-1976 (Encuentros y diálogos con Martin Heidegger, 1929-1976, : Katz Editores, Madrid, 2008), se encuentra un comentario del propio Petzet que al parecer asistió como oyente de la ponencia en la Universidad de Kiel donde repite con más o menos detalles la tesis oficial establecida por Heidegger. Petzet afirma que el discurso similar al que dió en Heidelberg "no era lo que esperaban los funcionarios del NSDAP... ya que inesperadamente esta conferencia mantenía en completo silencio el problema racial."(p. 46). El lector puede decidir por su propio juicio hasta donde llega la disonancia cognitiva de la hermeneútica de la inocencia de los heideggeriannes cuando se trata de defender a ultranza los trapos sucios del santón Martin Heidegger. Es curioso pero este texto que presentamos por primera vez en español nunca se ha publicado in extenso. Partes importantes aparecieron en la época en el diario estudiantil Deutsche Studentenschaft-Akademische Korrespondenz y en el diario local Heidelberger neuste Nachrichten, bajo el título “Das Universität im neue Reich” el 1 de julio de 1933, Nr. 150, s. 4. Las ediciones de escritos políticos de Heidegger, editadas por François Fédier, tanto en francés como en italiano, no lo incluyen. Nos basamos en la versión tomada de la compilación de Guido Schneeberger, Nachlesse zu Heidegger, Dokumente 69, p. 75, Bern 1962 y en Martin Heidegger, Gesamtausgabe, I Abteilung: Veröffentlichte Schriften 1910-1976, Band 16, Reden un andere Zeugnisse eines Lebensweges (GA 16), Vittorio Klostermann, Frankfurt am Main, 2000, edición a cargo de Hermann Heidegger, pp. 761-763. Hemos consultado además la única traducción en inglés, “The University in the New Reich”, en The Heidegger Controversy. A Critical Reader, Edited by Richard Wolin, MIT Press, Cambridge, 1998. (Nicolás González Varela)


La Universidad en el nuevo Reich


Martin Heidegger


Introducción del redactor del periódico:La Heidelberger Studentenschaft celebró, ayer por la tarde, la primera conferencia de su programa de ‘Educación Política’ (politischen Erziehungsprogramms). El rector de la Universidad de Freiburg, el profesor Martin Heidegger, disertó sobre La Universidad en el nuevo Reich. Asistieron al acto la comunidad de profesores así como representantes de la ciudad de Heidelberg; además del estudiantado y el público que en gran número ocupó el aula de la nueva sede universitaria, completando la máxima capacidad del Auditorio Magno, en el cual los oradores darían sus discursos. Los oyentes que aguardaban con expectación no fueron decepcionados, cuando las palabras pronunciadas por Heidegger señalaron con profundidad los acontecimientos de nuestro tiempo y las líneas programáticas a seguir en el futuro. Heidegger fue recibido con una cordial bienvenida por el líder de la Heidelberger Studentenschaft, Gustav Adolf Scheel, y entre otras cosas afirmó:

Tenemos ahora un nuevo Imperio (neue Reich) y la Universidad esta recibiendo sus tareas de la voluntad de existencia (Daseins-willen) de este Imperio (Reiches). Hay una revolución (Revolution) en Alemania y debemos preguntarnos: ¿existe la revolución en la Universidad también?... ¡No! La lucha todavía consta aquí de meras escaramuzas y refriegas. Hasta ahora, la ruptura solamente se ha alcanzado en un solo frente de combate: porque la nueva vida del Pueblo es formada tanto en el Campo de Trabajo (Arbeitslager) como en la asociación educativa (Erziehungsverband) además de la Universidad, esta última ha sido relevada de tareas educativas a las que creyó tener un derecho de exclusividad.

La posibilidad que podría existir es que la Universidad sufriera la muerte a través del olvido y perder así el último vestigio de su derecho en tanto poder educacional (Erziehungskraft). Por eso debe integrarse de nuevo en la Comunidad Racial-Popular (Volksgemeinschaft) y sumarse junto al Estado (Staat). La Universidad debe volverse de nuevo una Fuerza Educativa (Erziehungsmacht) que recurre al conocimiento para educar a los Líderes del Estado (Führerschicht im Staat) en y hacia el saber (Wissen). Esta meta demanda tres cosas: 1) conocimiento de la Universidad hoy; 2) conocimiento de los peligros que tiene el presente para el futuro; 3) el nuevo valor (Mut).

Hasta ahora investigar (geforscht) y enseñar (gelehrt) en la Universidad han sido llevados adelante tal como lo fueron durante décadas. La Enseñanza (Lehre) había de desarrollarse por fuera de la Investigación (Forschung), uno debía buscar encontrar un equilibrio agradable entre las dos. Estaba siempre el punto de vista del maestro que hablaba fuera de aquella noción. Nada le concernía a él en su relación con la Universidad en tanto comunidad (Gemeinschaft). Por otro lado, la Investigación se puso fuera del alcance de la mano y disimulaba su incertidumbre detrás de la idea del progreso científico y educativo internacional. La docencia, que se había quedado sin objeto, se escondió detrás de los requisitos de examen.

A través de una feroz lucha (scharfe Kampf) se debe combatir esta situación imbuido en el Espíritu Nacional Socialista (nationalsozialistischen Geist), y no se puede permitir que este espíritu sea sofocado por humanizaciones (humanisierende), representaciones cristianas (christliche Vorstellungen) que suprimen su incondicionalidad (Unbedingtheit). Ni siquiera basta con tomar esta situación nueva por todo un cuadro con un toque de color político. De gran peligro (Gefahr) son los planes sin compromiso y eslóganes (Schlagworte), que son lanzados por todas partes; así, también, es el ‘nuevo’ concepto de Ciencia (Wissenschaftsbegriff), que no es más que el viejo con un fútil apuntalamiento antropológico. Todo de lo que se habla en torno a la palabra ‘Política’ (Politischen) es como mucho un sinsentido, que nada hace por acabar con la manera vieja y rutinaria de hacer y de pensar las cosas (dem alten Schlendrian). Lo que la gravedad real de la nueva situación exige es la experiencia de la urgencia (Not), es el compromiso activo con las condiciones reales (die zugreifende Auseinandersetzung mit den wirklichen Zuständen). Solamente esa Tarea (Einsatz) está justificada por el total compromiso interno con el futuro. El peligroso lamento que ya hemos escuchado: ‘la Ciencia es puesta en peligro por la cantidad de tiempo perdida en los Campos de Trabajo en deportes marciales (Whersport) y otras actividades similares’. ¡Pero qué sentido tiene, hablar de tiempo perdido, cuando la cuestión de que se trata es la de luchar por el Estado! (für den Staat zu kämpfen!) El peligro no puede provenir de trabajar para el Estado. Viene solo de la indiferencia y la resistencia (Widerstand). Es por esa razón que solamente la fuerza verdadera debe tener acceso al camino correcto (rechten Weg), pero jamás sin entusiasmo, desganadamente.

El nuevo valor (Mut) ve todos estos peligros muy claramente. Solamente eso es lo que abre nuestros ojos a todo lo que está por venir y que emerge ahora. Esas fuerzas que a cada maestro y a cada alumno fuerzan a crear en sus mentes la decisión (Entscheidung) en torno a las preguntas fundamentales de la Ciencia (Grundfragen der Wisssenschaft), y esta decisión (Entscheidung) es de importancia epocal, porque sobre ella va a depender si nosotros, Alemanes, quedaremos como un pueblo que será, en el más alto sentido de la palabra sabio (wissendes Volk). La nueva docencia (neue Lehre) que esta brotando aquí no significa que meramente se lleva al Conocimiento, pero se deja a los estudiantes aprender e induce a ellos hacia el aprender. Significa facilitar en uno mismo el ser asediado por lo desconocido (Unbekannten) y entonces ser Amo (Herr) adecuado para comprender los conocimientos, significa estar seguro de la Visión (Blick) de lo esencial. Es de ese tipo de docencia de la cual emerge una investigación verdadera (wahrhafte Forschung), entrelazada con la totalidad que llega hasta el fin por su arraigo en el Pueblo (Verwurzelung im Volk) y su deuda con el Estado (Bindung an den Staat). El estudiante es forzado fuera de la incertidumbre de todas las cosas (Unsircherheit aller Dinge), con lo que la Tarea (Einsatz) es conectada con la Necesidad (Notwendigkeit). Los estudios en la Universidad deben volverse de nuevo un riesgo (Wagnis), no un refugio para el cobarde (Feigen). Quienquiera que no sobreviva a la Lucha (Kampf), mentirá de donde cayó. El nuevo valor (Mut) debe acostumbrarse asimismo a la firmeza (Stetigkeit), en la lucha por las instituciones educativas (Kampf um die Erziehungsstätten) es donde se educan nuestros Líderes (Führenden), y lo continuarán haciendo por mucho tiempo más. Combatiremos por las fuerzas de nuestro nuevo Reich que el Canciller del Pueblo Alemán Adolf Hitler hizo surgir en la realidad. Una raza dura (hartes Geschlecht) no debe hacer otra cosa que pensar en esta lucha, una raza que vive de pruebas constantes y persiste en dirigirse hacia la meta (Ziel) que se ha comprometido a sí misma. Esta Lucha (Kampf) determinará qué será de la totalidad de los Docentes y Líderes en la Universidad (ein Kampf um die Gestalt des Lehrers und des Führers an der Universität).”


(Traducción del alemán: Nicolás González Varela)

Etiquetas: , , ,